los estados del agua
Caliento agua, en la cocina Villoro se escucha mas tenue que antes, habla de Pedro Páramo y yo me confundo y le llamo a él precioso. Al principio, antes de poner el pocillo en la lumbre sentía que se hacía tarde e ignoré vivir el presente, comenzó a llover y el frío a entrar por la ventana ya llena de gotas; ese sonido, ese olor y esa plática me inspiraron a alargar el momento, agrandando mi café.
Mis sentidos ya cómodos y en su estado más activo observan a mi madre escribir en una servilleta los nombres de las plantas aparecidas en la obra para percatarse, después de unos minutos, que Susana San Juan no era una de ellas, reímos. Aún queda un poco de sol y ya ni una gota de aquel café prolongado.
Llevar a ebullición un pocillo con agua, signo de amor y comodidad, de existir completa en un momento y recordarlo imaginado hasta que se evapore.
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