Candelabro, candelaria
















Ultimamente me despiertan en la madrugada presagios de felicidad infinita, los tomo como almohadas frías y abrazos en forma de cobija. Mi abuela se me presentó en forma de colibrí antes de volverse todo, me mandó regalos en forma de insecto y energía que saqué con lágrimas sonrientes, me pidió fuego, tierra, agua y aire, me pidió conceptos que le di con colores de cera y cuarzo. 

Dijeron que podía pedirle lo que fuera, que era un regalo tener a alguien tan querido siendo un puente entre aquí y allá; Salí a caminar por sus manzanas, admiré como siempre cualquier forma de naturaleza, sombra y color que me llamara y después de varios pasos y respiros pedí:

Que la semilla de fuerza femenina que plantaste en mi se riegue con delicadeza y determinación constante, que nunca olvide que soy parte de ti, que eres parte de mi. Que mis ojos se inspiren con la belleza de lo pequeño y que mi cuerpo lo lea como disfrute sereno e intenso como solías vivirlo tú. Que nunca deje de sentirte.

Tu olor a algodón, galletas maría y chocolate siempre estará conmigo aunque ya no pueda olerlo, prometo honrar la hermosa planta que fuiste disfrutando de la vida y siendo fuerte como me enseñaste, gracias por existir y hacerme existir a mi en el camino. Me pregunto que forma habrás cobrado ahora y si volveré a verte, mientras el altar que me pediste sigue prendido y la semilla que funjo ya va más que germinando.

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